El gobierno de Estados Unidos ha entrado en un cierre parcial debido a que el Congreso no logró un acuerdo para aprobar el presupuesto federal antes del inicio del nuevo año fiscal.

La principal disputa se centra en un profundo desacuerdo entre demócratas y republicanos sobre los niveles de gasto, particularmente en lo que respecta a la financiación de servicios de salud.

Como consecuencia del cierre, cientos de miles de empleados federales considerados «no esenciales» han sido suspendidos de empleo y sueldo. Mientras tanto, los trabajadores de áreas «esenciales», como la seguridad nacional, el control aéreo y la seguridad fronteriza, deben seguir trabajando sin recibir su paga hasta que se resuelva el conflicto.

La Cámara de Comercio de EE. UU. estima que este cierre podría ser más largo de lo normal, posiblemente extendiéndose hasta después de mediados de octubre. El impacto económico ya es tangible; por ejemplo, los programas de préstamos de la Administración de Pequeñas Empresas (SBA) están detenidos, afectando a unas 1,600 pequeñas empresas y congelando aproximadamente $860 millones de dólares en préstamos cada semana. La resolución del cierre depende de factores como la presión generada en los próximos días de pago para los empleados federales y la capacidad de los republicanos para conseguir el apoyo de al menos cuatro o cinco senadores demócratas adicional.